La productividad de las personas debe ser medida de forma cuantitativa. Nos engañamos sabiendo que tan productiva puede ser la persona enfrentándose a su trabajo, incluso hay herramientas creadas específicamente para eso, como es el caso de WorkMeter, pero nos continuamos basando en valores antiguos y restrictivos, a conceptos de apariencias. La persona será tan productiva como aparente serlo.
Aquí nace un tira y afloja entre la proactividad del individuo y las cadenas de la empresa o en su otra vertiente, la confianza de la empresa y la procrastinación del empleado. Dos extremos de una normalidad que aceptamos y donde cada uno juega un papel. En un tiempo de convivencia pactado, la relación pasa por esas tres etapas: proactividad, la zona y procrastinación. El desarrollo de los proyectos fluye, mientras alabamos la primera etapa, la segunda la obviamos y recriminamos la procrastinación, porque el control del trabajo no recae enteramente sobre el individuo.
La unidad productiva debe determinarse por proyectos. Las personas tienen proyectos a los cuales deben un conjunto de acciones, sin otros aditivos. Como realicen esas acciones para el éxito o fracaso del proyecto deben ser irrelevantes. Si el individuo ha establecido el vínculo de confianza suficiente con la empresa y esta es recíproca, los proyectos avanzarán, en mayor o menor medida, pero su propia responsabilidad marcará las pautas para ello. Si la empresa ha tendido suficiente miedo y cadenas, los proyectos bascularán entre exceso y ausencia, haciendo demostraciones de sus avances sólo en momentos de presión. Si el individuo no dispone de la suficiente ética, frenará el potencial del conjunto, creando un cuello de botella no sólo para la empresa, sino para su propio desarrollo.
La productividad personal de la empresa, tiene que ser un motor libre de cargas y retroalimentado por la propia masa de la empresa. El trabajador deja de convertirse en un recurso medible con métricas numéricas y se convierte en una unidad productiva libre para desarrollarse y con pleno potencial, conseguir los proyectos a los cuales puede destinar sus características humanas.
Hay que eliminar los conceptos de urgente/importante, hay que eliminar valores como el tiempo, normativas y protocolos de herencias pasadas, hay que centrarse en la propia capacidad humana y su empatía para resolver los proyectos. Eliminando las estructuras que sólo son etiquetas sociales y haciendo que la empresa se transforme en un modelo de trabajo en red, donde cada nodo sea el centro, la unidad productiva capaz de desarrollar el proyecto.
Cuanto más libre se sienta la persona, cuanto más atada esté a sus condiciones humanas y a la posibilidad de desarrollarse en el contexto adecuado, más valor retornará a sus proyectos. Esa libertad, se convierte en energía de propia la evolución y en consecuencia, de la propia evolución de la empresa.