<div id=»img_marco»><img src=»/gtd/images/enterrado.jpg » alt=»» /><br /></div>El mundo de la productividad personal es un mundo de soledad. Todas las personas que tendemos a utilizar algún método de productividad personal nos formamos de una forma autodidacta o con reflejo de algún mentor encontrado en algún libro físico o formato blog. Fruto de una necesidad de superación y de cambio, vamos progresando en un camino interno, entendiendo y practicando lo mejor que podemos.
Somos devoradores implacables de información, recopiladores hasta la saciedad, etiquetadores de lo inimaginable, historiadores de nuestros hechos pasados para levantar de nuevo el mañana con todo lo nuevo y lo que hemos olvidado. Es un tremendo esfuerzo que día a día se va transformando en un ejercicio reflejo que hemos ido amoldando a nuestra personalidad y costumbre.
Aún así, buscamos la mejora continua, el perfeccionamiento de nuestras herramientas, la autocrítica de nuestras decisiones cada vez más escrupulosas, rayando el minimalismo en busca del sentido común que nos salve. Encerrados en nuestras listas, en nuestras acciones, elevándonos para coger perspectiva. Existe un yo que me sobrevuela continuamente, observándome y analizando la mi productividad.
Mil preguntas llenan mi mente a diario. ¿Soy más productivo hoy que ayer, pero menos que mañana? ¿Sigo acostumbrado a mi sistema de productividad que yo he adaptado? ¿Es mi nivel de estrés lo suficientemente controlable para saber que el sistema funciona? ¿Si el sistema funciona por qué tengo estrés? ¿Como es posible que se sustente el mundo con tanto caos individual? Autoevaluaciones y juicios frutos de la falta de comparaciones.
La productividad personal se vive en intimidad. No existe un proceso que nos permita comparar productividades personales, cada individuo es un mundo en un ámbito muy concreto. Cada proyecto, cada acción, cada sueño salvaje en esa lista de “Algún día/Quizá”, todo es diferente, todo es opuesto y al mismo tiempo todo es lo mismo. Listas y más listas, fracasos y éxitos, desesperos y concentración, todos pasamos por lo mismo, todos caminamos el mismo camino. Nuestra base estará más o menos cimentada con lo que hemos ido aprendiendo, pero los pasos que damos siempre nos encaminan en un mismo sentido.
La única forma de superar este enfrentamiento es encontrar gente igual de productiva a tu alrededor, gente que comparta tu mismo sistema de productividad. Para poder resolver tus dudas, para encontrar nuevas ideas y enfoques hay que exponerlos en abierto, discutir y compartir, salir refrescado de nuevos pensamientos. La productividad personal es en definitiva un ejercicio práctico, donde lo intangible se transforma en lo físico. La soledad de la productividad personal grita por encontrar un grupo de productivos, donde compartir, aprender, preguntar y enseñar sea algo más que uno mismo.
Crear un “Club de GTD”.