<div id=»img_marco»><img src=»/gtd/images/alargador-350.jpg» alt=»Alargador» /><br /> </a></div>Es habitual, encontrarte en un proyecto con un nutrido equipo de personas. Diferentes culturas, diferentes formas de hacer las cosas, diferentes aspiraciones profesionales y al final, “””todos””” intentando remar en la misma dirección. Mientras unos gobiernan los remos, otros achican el agua. Es habitual, encontrarte en situaciones tensas dentro del proyecto, las cosas suelen acabar por descontrolarse, aparecen setas en lugares que no estaban previstos y Houston siempre comunica. Así que sigues achicando el agua, de la mejor forma que tu productividad te ha enseñado.
Es habitual que en uno de los descansos, ya sea de café, de comida, cena o desayuno, existan confesiones con referencias a familiares vivos o muertos, tanto del cliente como de compañeros del propio equipo. Ah! La familia! Esa que hace tiempo que no ves. En un momento de la conversación alguien menciona la #productividad como referente a la máxima salvación a la que necesita aspirar el proyecto y que durante el mismo ha jugado al escondite, venciendo mil veces por no encontrarla. Tu alzas las orejas y escuchas atentamente esperando que haya vida, más allá de lo que has visto.
Después de la palabra #productividad, normalmente comienza una confesión del punto de vista de lo que uno cree que es el orgasmo de la productividad y como aplicarla dentro del proyecto. En el discurso, siempre sobrevuela alguna herramienta tecnológica coronada como el arca de la profecía, que traerá la luz y el bien al proyecto, terminara con las plagas de las incidencias y la documentación se hará sola. En Wallstreet las acciones del lápiz y el papel descienden 20 puntos. Atento sigues escuchando, pero ves que lo que parecía signos de vida no es más que una repetición propagandística de algo que ha visto o leído, pero que no aplica para si mismo.
“¿Cómo se llama tu método de productividad personal?” Mierda! Esas han sido tus palabras y lo has dicho en voz alta. Aún está cicatrizando del último desengaño productivo y ya te quieres liar con otro. Silencio = pausa dramática según el aforo. Aquí viene la respuesta, mientras ves como se enciende el piloto de seguridad “Fasten your seat belts”: “Yo tengo mi propio método de productividad personal que he adaptado gracias al programa XXXXXX lo tengo todo en realtime y blablabla blabla blablabla” finges más interese mientras paladeas el café de la máquina, hoy sigue igual de asqueroso.
El silencio te avisa de que ya ha acabado su exposición y espera una señal de aprobación y/o reconocimiento. Se nota que quiere seguir hablando, así que dejas ir el sedal: “Genial, en tu casa ¿cuantas bandejas de entrada utilizas?” Recoges un poco de sedal y continuas “porque imagino que este método también lo aplicas a tu vida personal”. Es algo que sigo sin entender, todo el mundo se siente productivo en su lugar de trabajo, es profesional al tres mil por cien, pero luego, cuando se aleja dos pasos de su círculo laboral se transforma en otro ser completamente diferente, porque claro, la productividad es un término laboral que sólo debe aplicarse en el ámbito profesional, nunca en lo personal. Ya casi te sabes la respuesta de memoria: “¡No hombre! En casa no puedo aplicar este mega programa XXXXXXX porque sólo sirve para proyectos grandes como este, es colaborativo, tiene su propia intranet social, mide los tiempos en que estás en cada aplicación y blablabla blabla blablabla”.
Llegados a este punto hay dos formas de actuar, la valiente y la que te endiosará como el más friki de la oficina (si aún no lo eras) y revelar tu sistema de productividad que si que tiene unos resultados constatados a nivel de plan estratégico de la propia vida, indiferentemente del contexto en el cual te encuentres o el plan que a mi me gusta llamar WOPR (ref. War Games): “Strange game. The only winning move is not to play”. No obstante siempre acabas por ceder y nombras GTD como tu sistema de productividad personal y añades que le mandarás por correo unos links para que pueda informarse de lo que es un sistema de productividad personal. Con suerte y siempre la hay, algún otro te pide que le pongas en copia de ese correo, porque al fin y al cabo, hay vida allí afuera. (Nota: Soy de los que piensa que la productividad no puede eseñarse si uno no está dispuesta a hacer duros cambios en su vida).
Odio comparar sistemas de productividad personal, hay muchos en el mercado, todos con sus más y sus menos. Muchos soportados en redes tecnológicas con un target muy específico de mercado. Otros basados en sistemas obsoletos de gestión del tiempo, casi todos centrados en controlar tu vida profesional, como si tu vida personal fuese un placentero paraíso. La mayoría acaba readaptando el método a sus necesidades, creando un ogro mutante destinando a diluirse con las modas tecnológicas y aun así lo van profetizando, para vete tú a saber si adquirir nuevos superpoderes sociales.
En fin, para consuelo nos queda pensar que el tamaño no importa (céntrate, estamos hablando de métodos de productividad personal) lo importante es lo que hacemos con la productividad personal y cómo resolvemos nuestra vida con ella.