<div id=»img_marco»><img src=»/gtd/images/a_dieta.png» alt=»A Dieta!» /><br />Foto de <a href=»http://www.sxc.hu/profile/geo_c» title=»FAT»>geo_c</a></div>Uno de los principales problemas con el correo electrónico es nuestra capacidad para almacenar y almacenar correo innecesarios, tenerlos ahí en nuestro inbox como recuerdos de cosas que hemos de hacer y que obviamente se escapan de nuestro sistema de productividad. La práctica más extendida es la de leer el correo y no hacer nada con él, relegarlo ahí hasta que en otro momento podamos atenderlo. Así, conseguimos tener nuestro inbox lleno de recordatorios que no nos recuerda nada, sólo que tenemos que hacer algo con esos correos, pero no sabemos muy bien que.
El correo electrónico además es un pozo sin fin. En el cada día entran cientos de correos de trabajo y personales. Al no tener un espacio físico que ocupar su tamaño se dispara a medida que vamos haciendo uso del mismo. Es normal ver bandejas de entrada con miles de correos, alguno ya leídos y que se aferran ahí dentro como material de referencia y otros que se quedan puramente ahí por nuestra parte emocional de no querer borrarlos. La papelera es nuestra amiga.
Si esto no fuera suficiente, el propio correo electrónico es una fuente continua de interrupciones, sonando alarmas o mensajes luminosos de su llegadas. Haciendo que nuestra atención se distraiga en ese instante ante el morbo de lo desconocido, de lo nuevo que ha llegado. Tenemos que leer el “Tema” del correo para al menos tranquilizar a nuestra mente de que nada grave está sucediendo, porque nuestro interlocutor no nos molestaría con tonterías (sin comentarios). ¿Cuantos correos recibes al día sólo para que los leas y estés informado de lo que pasa en el equipo/empresa/familia y no tienes que hacer nada al respecto?
Para evitar todo esto, te propongo una dieta de correos, pero esta vez no va contra tu propia voluntad, sino que utilizaremos la tecnología para que nos ayude a limitar todas esas interrupciones. Así, como en la vida misma utilizamos ropa que no es de nuestra talla, sino de una talla menor. Todos tenemos en nuestro armario esos pantalones que ya no nos viene o que nos aprieta haciendo desbordar algún que otro michelín o músculo no ejercitado (llámalo como quieras). Ese trozo de tela nos indica que hemos superado nuestra barrera golosa o gandula y que debemos hacer algo si queremos volver a ser nosotros mismos. Si esa ropa se utilizase cada día, nos veríamos forzados a cambiar esos hábitos de forma correcta para evitar esos efectos secundarios. Haríamos ejercicio, comeríamos menos y mejor.
Esto se puede extrapolar a tu buzón de correo electrónico de una forma muy sencilla. Hoy en día todos los servidores de correo te permiten tener prácticamente una capacidad ilimitada de espacio, o siguiendo con la analogía una talla XXXXXXXL, lo que hay que hacer para no conseguir llenar todo ese espacio es reducir el tamaño y pasar de 10 gigabytes de correo a 10 megabytes o 5 megabytes. Esto te permitirá reducir la cantidad de correos que puedes almacenar y recibir, obligándote a instaurar unos nuevos hábitos para no tener desbordada la carpeta de entrada si quieres recibir o enviar más correos.
Con un espacio limitado, somos más cuidadosos con lo que decidimos conservar, con lo que recibimos, incluso las interrupciones apenas existirán ya que en nuestro buzón no cabrá nada más. Es posible que esto potencie otras formas de interrupciones, pero te obligará a crear y a trabajar en algo que ahora mismo debes tener descontrolado.