<div id=»img_marco»><img src=»/gtd/images/box2.jpg» alt=»box2″ /><br />Foto de <a href=»http://www.sxc.hu/profile/svilen001″ title=»box2″>svilen001</a></div>La bandeja de entrada está llena de cosas, tu cajón del escritorio, la guantera del coche, tu armario lleno de ropa, el altillo, tu buzón de correo. Nos rodean e intentamos utilizar todas esas cosas para facilitarnos la vida y cuando llegan a ella puede que sea el momento adecuado o pueden que sean objetos destinados para ese próximo futuro que hemos planeado y que en la mayoría de las veces no llega. Almacenamos y abandonamos, luego redescrubrimos y con suerte miramos hacia otro lado para no verlo.
Cada una de esas cosas tiene un objetivo, pero tal vez no tengan un significado para ti. Las notas que acabas de tomar de la reunión, siempre acabaran en la bandeja de entrada, pero ¿qué significan para ti? ¿Tienes que retenerlas? ¿Tienes que agendar algo? ¿tienes que delegar alguna tarea? Las antiguas zapatillas que utilizabas para correr y que ahora están almacenadas al lado de las nuevas que utilizas ¿Tienen algún significado para ti allí donde están? Esas facturas que están en un lateral de tu cartera, esas que llevas todos los días a la oficina ¿Qué hacen ahí dentro?
Para saber si una cosa debe tomar vida en tu sistema de productividad debes decidir que hacer con ella, que significado tiene en tu vida para tener el derecho a ese acceso. Sin una buena respuesta, vinculada por pura objetividad la respuesta siempre es obvia: la papelera. Todo lo que acumulamos ha tenido un significado para estar ahí, pero eso puedo haber cambiado. El otro día me encontré por casa un carrete analógico de hacer fotos, de esos que tenías que llevar a la tienda para revelarlos, estaba guardado completamente precintado, listo para ser usado. Lástima que ya no dispongo de ninguna cámara analógica y su almacenamiento ya no tenga sentido. Ese carrete ya no significa nada y seguir almacenándolo es algo que sólo cumple a pensamientos demasiado sentimentales.
Todo objeto tiene caducidad en nuestra vida, el almacenamiento compulsivo, incluso teniendo espacio infinito para almacenar, lleva a la desorganización. Los inmensos archivos con notas, proyectos e informes que nunca más vas a volver a revisar, pero siguen ahí guardados porque en un momento fueron útiles, porque tuvieron su gloria y ahora respetando un principio absurdo de conservación de recuerdos nos negamos a darles un nuevo significado que destruiría esos recuerdos y sentimientos.
Estamos en un camino de desorganización, indultándolos sin ningún sentido y nos seguiremos topando con esos objetos una y otra vez, hasta que volvamos a darles un significado en nuestra vida.